Ya que estamos con la fiebre de moras a millón (si no me creen, vean las recetas del helado, las tartaletas con ricotta, la mermelada y el slump), aquí les va otra para la colección verano-otoño 2010. La receta está basada en una de Cook’s Library – Baking (Parragon Publishing, 2004), y es básicamente el mismo concepto del pudín de manzanas et al. que monté hace un tiempo: la fruta endulzada abajo, que se cocina prácticamente al vapor, y la torta (o ponqué) arriba, absorbiendo los jugos de la fruta. El resultado es delicioso: no es un postre terriblemente dulce ni pesado. Al contrario, la fruta conserva su toque ácido y la torta húmeda, de tope crujiente, es la combinación de textura y sabor perfecta. Además, es tan rápida de hacer que no se lo van a creer.
- Engrasar un molde profundo para hornear (de 1 litro de capacidad).
- Precalentar el horno a 180º C / 350º F.
- En un recipiente mediano, poner las moras junto con el azúcar extrafina. Revolver bien, de manera que las moras queden bien cubiertas de azúcar.
- Si van a usar moras congeladas, asegúrense de descongelarlas primero y de escurrirlas un poco, para que el pudín no quede demasiado aguado.
- Luego pasarlas al molde engrasado, distribuyéndolas por todo el fondo.
- En otro recipiente mediano, batir el huevo y azúcar morena hasta que estén espumosos (no tiene que ser con batidora eléctrica; un batidor de alambre manual sirve perfectamente). Agregar la mantequilla derretida y la leche y mezclar bien.
- Echar la harina cernida y mezclar con movimientos suaves, sin sobrebatir.
- Cernir la harina no es una necedad de receta de abuela, ni una leyenda urbana. Al cernirse, la harina se airea y esto ayuda a que las tortas levanten y queden más esponjosas.
- Esparcir la masa sobre frutas, de manera que las cubra por completo.
- Hornear por 25-30 minutos, hasta que la torta esté firme y dorada.
- Al sacar del horno, espolvorear con un poco de azúcar.
- Servir tibio con crema batida o con una cucharada de helado de mantecado / vainilla.