BOLLITOS DE PASCUA (hot cross buns)

Anoche, revisando mi libro de pan, Hugo se antojó de estos bollitos (hot cross buns), que se comen tradicionalmente en Pascua (especialmente en GB, Irlanda y República Checa, donde se llaman mazanec).  Usualmente llevan una cruz por encima, hecha de harina o de glaseado, pero yo tomé una licencia iconoclasta y me volé la cruz…  En Wikipedia los traducen como «panecillos», pero me niego a ponerles ese nombre tan Heidi…

Usualmente llevan pasas, pero los que ven en las fotos tienen albaricoques y arándanos rojos secos.  Ya ven entonces que las posibilidades son infinitas, lo mismo con las especias (canela, nuez moscada, guayabita o pimienta de Jamaica, clavos, etc.).  No son terriblemente dulces, y como desayuno, con mantequilla irlandesa o con una mermelada casera, son buenísimos.

Esta receta es tomada de Daniel Stevens, en River Cottage Handbook No. 3 -Bread (Bloomsbury Publishing, 2009).  Debo confesar que, aunque la mayoría de las veces adapto las recetas, ésta es una traducción casi literal del libro.  Lo único que cambié fue el orden de ciertos ingredientes y un par de tips extras.

INGREDIENTES
Para 8 bollitos
250 g harina blanca reforzada (para pan)
250 g harina blanca normal (NO leudante), más un puñado extra para espolvorear
5 g levadura en polvo (o en granos, de acción rápida)
50 g azúcar extrafina (caster)
10 g sal
1 cucharadita de especias mixtas (nuez moscada, canela, clavos, guayabita, etc.)
Ralladura de 1 lima (la amarilla) o de 1/2 naranja
125 ml agua tibia
125 ml leche tibia
1 huevo mediano, ligeramente batido
50 g mantequilla, cortada en cubitos pequeños
100 g frutas secas (pasas, sultanas, dátiles, arándanos, duraznos, cerezas, albaricoques, melocotones, etc.)
Para hacer la cruz
50 g harina blanca
100 ml agua
ó
50 g queso crema suavizado
100 g nevazúcar / azúcar impalpable / glas
Para barnizar
1 cucharada de mermelada clara (tipo de duraznos)
1 cucharada de agua
  • La masa resulta bastante aguada y pegajosa, así que es preferible usar una batidora que tenga gancho de amasar.  Si no tienen, traten de mezclar lo más posible con una cuchara de palo, y luego métanle la mano, pero va a estar pegajosa -no se asusten.
  • En un recipiente grande, mezclar bien las harinas, levadura, azúcar, sal, especias y ralladura.
  • Agregar los líquidos (agua y leche), el huevo previamente batido y la mantequilla.  Mezclar hasta que los ingredientes se combinen bien (si están usando la batidora, háganlo a velocidad baja).
    • Los líquidos NO pueden estar demasiado calientes porque matan la levadura.
  • Agregar las frutas secas y seguir batiendo un poco más, hasta que la masa esté suave  y sedosa (aunque va a seguir estando pegajosa al tacto).
  • Tapar con un paño y dejar en un sitio tibio (puede ser en la misma cocina, o dentro del horno apagado; no hace falta ponerlo sobre un radiador ni nada por el estilo).  Dejar reposando por 1-1½ horas, hasta que la masa haya duplicado su tamaño.
    • El tiempo depende de lo vigorosa que sea la levadura que usen.  Hay levaduras que levantan en 45 minutos, otras que se tardan más.  No caigan en la tentación de echar más levadura; eso no va a reducir el tiempo de espera, el pan no va a levantar más rápido y el resultado es un sabor amargo desagradable.
  • Cuando ya haya crecido, espolvorear bastante harina en el mesón y poner ahí la masa.  Enharinarse también las manos y desinflarla con la punta de los dedos o los nudillos, hasta devolverla a su tamaño original.
  • Usando un cuchillo afilado y con movimientos firmes, dividir la masa en 8 partes iguales (traten de no rasgarla).
  • Para hacer las bolitas, la explicación -aprendida de Daniel Stevens- parece larga y extraña pero sirve para todos los panes que hagan (y ¡créanme!, esto ha cambiado positivamente el resultado de todas mis incursiones en el mundo panadero.  Para muestra, vean mis recetas de pan viejas…): una vez que hayan dividido la masa, enharínsense bien las manos y aplasten cada parte para terminar de sacarle el aire, usando la punta de los dedos.  Luego, ir doblando hacia el centro todas las «esquinas», apretando bien para sellar. La idea es ir dándole forma y creando tensión en la parte de abajo de la masa (la que está contra el mesón).  Cuando hayan terminado de doblarla hacia adentro, voltearla de manera que la parte lisa quede hacia arriba.  Ahora, usando los bordes de las manos, una a cada lado de la bolita, palmas hacia arriba, comenzar a girar poco a poco la masa alejando del cuerpo la mano izquierda y acercando la derecha.  Al principio estos movimientos serán torpes e inseguros, pero poco a poco van a ir notando que, al girar las bolitas, se van a ir redondeando y tensando.  Esta tensión es importante para que el pan crezca uniformemente.
  • Colocar las bolas sobre una tabla (o sobre el mismo mesón) muy bien enharinado.  Espolvorear con bastante harina (esto previene que se sequen y se fracturen).  Cubrir con una bolsa plástica o con un paño de lino (mejor de lino que de algodón, para que no se peguen), y dejar reposar hasta que dupliquen su tamaño, más o menos.  Esto puede demorar entre 30 minutos y 1 hora.
  • Precalentar el horno a 200º C / 390º F (nunca metan panes o tortas con el horno frío, es desastre garantizado).  Poner los bollitos sobre una bandeja (o dos, si la bandeja es pequeña).  Recuerden que los panes crecen un montón.  No hace falta engrasarla. Hornear por 15-20 minutos hasta que estén dorados.
  • Mientras los pancitos se están horneando, mezclar una cucharada de agua con una cucharada de mermelada (tiene que ser clara, tipo de durazno, porque si usan alguna oscura, como de moras o frambuesas, los panes quedan rosados).  Cuando ya estén listos, y mientras estén calientes, barnizar cada bollito usando una brocha de cocina.  Esto les da un color (y un toque dulzón) increíble.
  • Para hacer la cruz, si quieren atenerse a la versión original de los buns, tienen dos opciones.
    • a) Hacer una mezcla con los 50 g de harina y los 100 ml de agua hasta que se deshagan los grumos.  Usando una manga pastelera o una bolsa plástica con una esquinita cortada, hacer las cruces justo antes de hornear.  Meter al horno y cocinar como se indica arriba.
    • b) Mi opción favorita: después de hornear y barnizar los panes, dejar enfriar un poco.  Suavizar el queso crema revolviéndolo bastante con un tenedor,  y agregarle la nevazúcar / azúcar impalpable.  Mezclar bien, llenar la manga pastelera o bolsa plástica y hacer la cruz una vez que los bollitos estén fríos.  Dejar reposar unos minutos para que se endurezca un poco.

EMPANADAS DULCES DE QUESO DE CABRA Y FRUTAS

Buscando recetas ecuatorianas hace tiempo, di con la página de una muchacha que es tan enferma con la cocina como yo.  Le pedí permiso para «linkear» su blog con el mío, pero no me dio respuesta, así que copio furtivamente esta receta aquí.  Está basada en la suya, pero con las modificaciones de siempre.  Les recomiendo 100% su blog: http://laylita.com/.  Las fotos son preciosas y las recetas (al menos las que he probado), buenísimas.  La masa utilizada aquí se parece a la pâte sucrée francesa, pero creo que ésta lleva más mantequilla, lo que la hace más flexible.  En cualquier caso, creo que también se podría usar para tartaletas dulces.

LA MASA
(receta original aquí)
 
15-18 empanadas medianas, ó 30-35 pequeñas 
3 tazas (330 g, aproximadamente) de harina blanca (NO leudante)
¼- ½ taza (55-110 g) de azúcar blanca (mejor si es extrafina / caster)
Pizca de sal
2 barritas de mantequilla (1 taza / 225 g), fría y cortada en pedacitos
2 huevos (fríos también), ligeramente batidos
2-4 cucharadas de agua fría
  • Usando una licuadora o procesador, mezclar la harina, azúcar y la pizca de sal.
    • La cantidad de azúcar depende del gusto personal y del relleno que vayan a usar.  Si es bastante dulce, entonces no hace falta usar tanta azúcar.  Recuerden que mientras más azúcar, más frágil la masa.
  • Agregar los pedacitos de mantequilla y dar toques hasta que la masa tenga la textura de migas de pan.
  • Pasar a un recipiente ancho o directamente sobre la superficie de trabajo, abrir un hueco en el centro, tipo volcán, y añadir los huevos (previamente batidos) y el agua (empezando por dos cucharadas, y agregando más si notan que la masa está muy seca).
  • Mezclar rápidamente, sin amasar mucho.  El truco es ir compactando la masa sin manosearla demasiado para que la mantequilla no se derrita.  Esto le da mejor textura una vez que se hornee.
    • Creo que ya conté hace tiempo que hice un curso de repostería en el que la chef nos decía que un error típico es amasar los ingredientes de la pasta quebrada (tanto dulce como salada) como si fuera masa para pan.  Ella trabajaba con todos los ingredientes helados (incluyendo la harina, y también los recipientes) para que la masa quedara crujiente y no se encogiera.
  • Dividir la masa en dos, aplastar un poco formando discos, envolver en papel plástico (envoplast, cling film) y refrigerar al menos media hora.
    • Si no van a usar toda la masa, se puede congelar sin problema. Para descongelar, sólo dejar afuera por varias horas (no usar microondas ni nada por el estilo).
  • Antes de armar las empanadas, forrar el mesón con papel encerado (parafinado, para hornear).  Yo usualmente estiraba la masa directo sobre la mesa, pero viendo las fotos de Layla, noté que ella lo hacía y la verdad es mucho más fácil despegar los discos así.
    • Igual, si notan que la masa se pega un poco, pueden espolvorear un poco más de harina sobre la superficie y sobre el rodillo.
  • Con un rodillo, estirar uno de los discos hasta la masa esté fina (pero no demasiado, porque se fracturan fácilmente, en especial si el relleno es muy líquido).
  • Con un cortador de galletas o un vaso invertido, hacer los circulitos del tamaño de su preferencia (mientras más pequeños, más delicadas las empanadas y menor el riego de que se fracturen).
    • Si notan que la masa está demasiado gruesa, pueden darle una pasadita extra con el rodillo a cada disco.
  • Usar inmediatamente, o refrigerar para usar más tarde.
EL RELLENO

(receta original aquí)

400-500 g de bayas o la fruta de su elección (ver opciones abajo)
450 g de queso de cabra, a temperatura ambiente
½ taza (110 g) de azúcar blanca (o menos, si van a usar alguna fruta con melado)
1 cucharadita de vainilla (opcional)
1 cucharada de ralladura de naranja (opcional)
½ taza de almendras en lajas (20 g), nueces o pacanas (40 g) picaditas (ver opciones abajo)
1 huevo, separado (batir ligeramente tanto la clara como la yema)
¼ taza (50 g) de azúcar morena
  • Suavizar el queso de cabra, revolviéndolo bien en un recipiente mediano.  Agregar el azúcar, la vainilla y la ralladura de naranja (si van a usar) y mezclar bien.
    • La receta original de Laylita lleva queso de cabra, vainilla, ralladura de naranja, frambuesas y almendras.
    • Otras opciones:
      • Queso de cabra, nueces y peras (3-4, firmes, peladas y cortadas en lajas) marinadas en vinagre balsámico.
      • Queso de cabra, peras (2-3, firmes, peladas y cortadas en lajas), 2-3 cebollas rojas cortadas en tiras finas y caramelizadas con azúcar morena y vinagre balsámico. Para caramelizar las cebollas, se ponen en un sartén grande con mantequilla, a fuego medio-bajo hasta que se suavicen, unos 4-5 minutos; luego se añade un poco de azúcar morena y un chorrito de balsámico y se deja a fuego bajo por 6-8 minutos más. Dejar enfriar antes de usar.
      • Queso de cabra, pacanas y mango suavizado con melado de papelón (1 mango grande ó 2 medianos, no tan maduros). Para suavizar el mango con melado: pelar y cortar las frutas en rodajas o trozos no demasiado finos (tal vez de 1-1,5 cm de grosor). En una olla mediana a fuego medio, hacer el melado de papelón mezclando bien 2 cucharadas de agua y 3 cucharadas generosas de papelón rallado, echar un par de clavitos de olor y cocinar por unos 3 minutos o hasta que el líquido se espese un poco.  Incluir el mango y cocer por varios minutos, hasta que el mango se suavice un poco, sin llegar a hacerse puré.  Sacar los trozos de mango de la olla con una espumadera (o cuchara con huequitos), escurriendo bien.  El melado que sobre de los mangos se devuelve al fuego y se reduce hasta que quede un sirope espeso, tipo miel (pescar los clavitos y desechar). Dejar enfriar por completo (tanto el mango como el sirope). En lugar de utilizar toda la cantidad de azúcar con el queso de cabra, se puede reducir a la mitad, pero terminando de endulzarlo con este sirope.  Si les gusta el sabor, se puede echar una pizca de canela también (aunque a mí me gusta el sabor puro del melado con los clavos).
      • Queso cabra, durazno suavizado con melado de tamarindo y almendras.  Mismo procedimiento que con el mango: en una ollita a fuego medio, disolver 2-3 cucharadas de pasta de tamarindo en 2 cucharadas de agua, cocer unos minutos hasta que se espese la mezcla, agregar los duraznos (o nectarinas, albaricoques, etc., pelados, sin semilla y cortados gruesos) y cocer hasta que se impregnen del melado y se suavicen sin llegar a deshacerse. Dejar enfriar por completo antes de usar.  Mezclar el excedente de líquido (mermado) con el queso de cabra.  En este caso, sí les recomiendo usar toda la cantidad de azúcar porque el tamarindo puede estar muy ácido (en su defecto, ir probando y ajustando).
  • Para armar las empanadas, poner una cucharada de queso en el centro de la masa, dos o tres frambuesas (o un poco de alguno de los rellenos sugeridos arriba) y algunas almendras (o la nuez correspondiente).
    • Recuerden escurrir bien las frutas antes de poner sobre la masa, para que no se ponga demasiado aguada y se rompa.
  • Untar un poquito de clara de huevo en los bordes y doblar la empanada.  Sellar bien los bordes usando un tenedor.
  • Barnizar la empanada por arriba con la yema de huevo y salpicar con un poquito de azúcar morena.
  • Usando la punta de un cuchillo afilado, abrirles un huequito para que boten en vapor y no se fracturen.
    • En la foto de abajo, las empanadas están barnizadas pero sin huequito, pero en las últimas dos fotos pueden ver la diferencia entre empanadas horneadas sin hueco (y fracturadas), y empanadas con hueco.
  • Meter en la nevera y dejar enfriar al menos media hora antes de hornear.  Este paso es importante para que la masa de la empanada quede perfecta, crujiente y flexible al mismo tiempo.
  • Precalentar el horno a 190º C / 375º F y hornear en bandejas forradas con papel encerado por unos 20-25 minutos, hasta que se doren.  Servir tibias.

DULCE DE LECHE / AREQUIPE / CAJETA

Ya había posteado esta receta junto con la de los alfajores, pero decidí montarla aparte porque hago referencia al dulce de leche en muchas otras recetas y así es más fácil buscarla.  No es difícil de hacer.  Bastan una buena olla y un poco de paciencia, pero el resultado no decepciona.

Decía en esa gastrocrónica que en Venezuela, por ejemplo, le decimos también arequipe, al igual que en Colombia. En México se hace usualmente con leche de cabra y se le llama cajeta (o cajeta de leche, en Nicaragua). Confiture de lait, en francés; doce de leite, en portugués; manjar, manjar blanco o manjarblanco en Chile, Ecuador, Perú, Bolivia, Ecuador y Panamá; dulce de leche en el resto de los países hispanohablantes. Y el nombre más divertido de todos: fanguito, en Cuba.

En la receta original, tomada de Rick Bayless en Authentic Mexican, la leche utilizada es de cabra, pero obviamente también se puede hacer con leche de vaca o incluso de búfala.  Creo que la única diferencia es que el dulce hecho con leche de cabra tiene un tono un poquito más claro que el otro (y claro, el sabor es muy distinto).

 

INGREDIENTES
Para 1 1/2 tazas
1 litro leche entera (de vaca o cabra)
1 taza de azúcar blanca
1 cucharada jarabe de maíz (corn syrup si están en EE.UU., golden syrup si están en GB)
1 palito de canela
1/4 cucharadita de bicarbonato de sodio
  • En una olla grande y pesada, de al menos 4 litros, combinar la leche, el azúcar, el jarabe de maíz y la canela. Llevar a un hervor suave, revolviendo. Aparte, disolver el bicarbonato en una cucharada de agua, quitar la olla del fuego, y luego incorporar el bicarbonato. Es buena idea tener una cuchara a mano porque va echar burbujas y crecer un montón.
    • Hay que tener cuidado de no quemar la leche. Lo mejor es usar una olla de fondo grueso, armarse de paciencia y poner la temperatura bajita.
    • Si quieren jugar con el sabor de la receta, en lugar de canela podrían usar, por ejemplo, semillas de cardamomo (ligeramente machacadas).
    • Bayless usa jarabe de maíz (corn syrup), que es un almíbar hecho a base de fécula de maíz. Se usa como edulcorante o agente para espesar en repostería, en especial para hacer nevados / betunes, porque no se cristaliza al enfriarse. Es fácil de encontrar en cualquier mercado en EE.UU., pero no se consigue del otro lado del charco. En Inglaterra e Irlanda, lo que se usa bastante es el sirope dorado (golden syrup), que es una melaza más diluida. En Cook’s Thesaurus dicen que se puede sustituir uno por otro.
      • Pro tip – En realidad, se puede usar cualquier tipo de azúcar invertida (glucosa líquida, miel, corn o golden syrup…). La razón es que este tipo de azúcar previene la cristalización y extiende la vida del producto. Si deciden usar miel, por ejemplo, traten de escoger una que no tenga un sabor demasiado fuerte.
    • El bicarbonato no se puede eliminar (¡ni sustituir por polvo de hornear!), porque es lo que le da color dorado al dulce. Si no saben qué hacer con un pote entero de bicarbonato (y no son de cocinar muchos postres), pueden guardarlo (sin tapa) en la nevera o en el freezer. Esto ayuda a que la nevera no agarre malos olores.
  • Regresar la olla al fuego y ajustar la temperatura para que el hervor sea parejo y estable. Revolver de vez en cuando mientras la mezcla se reduce. Cuando las burbujas comiencen a cambiar de pequeñas y chispeantes, a más grandes y vidriosas, entre 25 y 40 minutos, reducir el fuego a medio-bajo. Revolver frecuentemente y con cuidado de ir incorporando todo (Bayless recomienda lavar la cuchara cada vez), hasta que el líquido espese hasta formar un sirope color marrón caramelo, un poco menos denso que el jarabe de maíz o la miel. Este tipo de cosas no se pueden apurar, así que no caigan en la tentación de subir mucho el fuego para que la leche merme rápido, porque van a terminar con un dulce quemado insalvable.
    • El palito de canela pueden dejarlo durante toda la cocción, o pescarlo antes, dependiendo de cuán «caneloso» quieran el dulce de leche.  Yo suelo dejarlo hasta que la leche rompa a hervir y luego lo saco, para que el sabor sea más sutil.
  • Colar la cajeta / dulce de leche en un colador fino y pasar al recipiente donde la vayan a guardar. Dejar enfriar por completo antes de tapar.
    •  Sobre la consistencia: la cajeta tiene que estar bastante líquida mientras esté caliente. Apenas se pone a temperatura ambiente, la consistencia cambia y se solidifica. Si la espesan demasiado, luego queda muy dura. Para saber cuándo dejar de espesar, Bayless dice que la mezcla debe estar lo suficientemente densa como para poder ver el fondo de la olla mientras se revuelve. Otra manera de probar es echar unas goticas en un plato frío y esperar unos segundos. Si sigue líquida, entonces le falta un poco más de fuego; si se endurece rápido, está lista.
    • Si notan que se les pasó la mano y está demasiado densa, basta con ponerle leche, cucharada por cucharada, e ir ajustando.
  • Se mantiene por meses si está cubierta y refrigerada.

 

Algunas recetas que usan DULCE DE LECHE en las Gastrocrónicas:

MERMELADA CASERA

 

Hace un trillón de años, pasando unos días en Bruselas, la tía Denisse (tía de mi querido amigo Lucas) estaba preparando un confiture de frutas del bosque. Yo no hablaba francés, ni ella español, pero me explicó paso a paso cómo se hacía y nunca olvidé su receta. Recuerdo que estaba fascinada con el color de esa mermelada, y ni hablar del sabor…

 

Muchísimos años después, una navidad en que no teníamos plata para dar regalos a toda la gente que queríamos regalar, Hugo y yo nos fuimos a la Colonia Tovar y compramos kilos de fresas y moras. Por supuesto, no recuerdo de dónde saqué la receta de esas mermeladas, pero quedaron buenísimas. Las guardamos en frascos de vidrio reciclados, y decoramos las tapas con yute y cintas navideñas. Fue un hit (y lo sé no por falta de modestia, sino porque mi abuela y la de Hugo todavía recuerdan aquellas mermeladas que se comían por cucharadas).

 

Investigando un poco sobre las diferencias entre mermeladas, conservas, preservas (o, en inglés, jam, jelly, conserve, preserve, confit, marmalade…), hice un compendio de tips que les copio aquí abajo. He decidido llamar esto «mermelada», porque creo que ése es el nombre genérico, aunque técnicamente es una conserva. Sin entrar en demasiados detalles, las diferencias radican en el método de cocción, la cantidad de azúcar y el uso (o no) de jugos. Recuerdo, por ejemplo, que la tía Denisse ponía las bayas en una olla grande y las cocinaba a fuego lento hasta deshacer, luego las colaba a través de una tela y sólo usaba el jugo (100% de fruta y 75% de azúcar).  La idea es usar la pectina natural que tienen las frutas, para darles esa consistencia gelatinosa. Hay frutas que tienen más o menos cantidad, por eso hay quienes le ponen extra (de hecho, en el mundo anglo, el azúcar que se llama «jam sugar» suele tener pectina añadida).

Lo que les copio aquí abajo es una conserva, que se caracteriza por dejar macerar las frutas en azúcar durante muchas horas. Esto ayuda a que boten sus jugos naturalmente, el azúcar penetre y el tiempo de cocción se minimice, de modo que el sabor (y el color) de la fruta se mantenga casi intacto. Como la fruta se cocina por poco tiempo, no tiene chance de soltar toda la pectina y por eso las conservas suelen ser más líquidas que otro tipo de mermeladas.

En su libro Forgotten skills of cooking, Darina Allen dice que la cantidad de azúcar que se utilice aumenta o disminuye el tiempo de duración de una mermelada. Si se usa poca azúcar, no dura mucho tiempo (1 mes, máximo), pero si se usa en partes iguales a la fruta, puede durar hasta un año, dado que el frasco esté propiamente esterilizado y sellado. Ahora, si ya la fruta que van a usar es muy dulce, se puede reducir considerablemente la cantidad de azúcar. A mí me gusta retener ese sabor ácido de las bayas, por eso suelo ponerle un chorrito de jugo de limón, aparte de que el ácido cítrico previene la cristalización, ayuda a conservar y también tiene pectina natural. Mi porcentaje ideal es 100-60 (es decir, por cada kilo de fruta, 600 g de azúcar). Menos que eso, ya no se considera una conserva sino un coulis o puré, y no es de larga duración.

Obviamente, la idea de preservar frutas es utilizar el exceso de la temporada y poder seguir comiéndola en otras estaciones.  Pero como ya no vivimos en una comarca del bosque, rodeados de arbustos que desbordan bayas, no hace falta preparar kilos y kilos, frascos y frascos de mermeladas. Para un frasco grande, por ejemplo, se necesitan unos 400-500 g de fruta. Valdría la pena experimentar no sólo con diferentes bayas, sino también con miel o papelón en lugar de azúcar. Por ahora, les paso la receta tradicional con tips varios.

INGREDIENTES
 
Bayas (unos 500 g, para 1 frasco grande)
Azúcar blanca (entre 300-500 g, dependiendo de cuán dulces estén las frutas)
Jugo de un limón/lima
  • En un bol no reactivo, poner las bayas (lavadas y sin palitos) junto con el jugo de un limón (o lima) y el azúcar.  Revolver de modo que todas las frutas estén cubiertas de azúcar, y dejar reposando toda la noche (no tiene que ser en la nevera).  Al día siguiente, van a notar que están suaves y han botado bastante jugo.

  [Moras, antes de «reposar»]

[Moras maceradas]

 

[Frambuesas y grosellas maceradas]

 

Para esterilizar los frascos:

  • Antes que nada, los frascos tienen que ser de vidrio, en perfecto estado, limpios y secos a la hora de guardar la comida. Las tapas (si son de metal), no pueden estar oxidadas (de hecho hay gente que prefiere no usar tapas de metal porque el ácido las puede corroer y se contamina la comida). Si usan tapas de plástico, obviamente no elegir el método #3. No ponerle a los frascos papel aluminio, celofán o envoplast (película plástica, cling film), porque no sellan bien. Varios métodos:
  1. Poner frascos y tapas en el lavaplatos eléctrico en el ciclo de enjuague, a máxima temperatura y sin detergente.
  2. Poner frascos y tapas en una olla grande, cubiertos de agua fría por completo. Hervir por unos 10-15 minutos, sacarlos con pinzas (limpias, obvio) y escurrir bien.
  3. Poner frascos y tapas (si no son de plástico) en una bandeja, meterlos al horno frío y encender en temperatura baja.  Contar unos 20-30 minutos una vez que el horno llegue a la temperatura establecida.
 
 

Para terminar la mermelada:

  • En una olla grande (los chefs de pastelería recomiendan de cobre), poner la mezcla de frutas a fuego medio hasta disolver el azúcar (si es que todavía se sienten los granos) y llevar a un hervor.

 

  • Bajar el fuego a medio-bajo (si se toman su tiempo y hacen la mermelada a fuego bajo, las frutas conservan su color brillante y no corren el riesgo de quemar el azúcar).  Revolver frecuentemente.
    • Ir eliminando la espuma. Esto ayuda a tener una mermelada homogénea, sin burbujitas.
    • Hay frutas que se deshacen naturalmente, como las frambuesas, pero otras, tipo las moras, hay que machacarlas un poco con la cuchara. Esto, por supuesto, depende del gusto personal. Si quieren una mermelada suave y sin grumos, pueden licuar la fruta antes de ponerla a cocinar. Incluso pueden colar la pulpa también.
 

 

  • Ahora la parte más complicada es saber cuándo está lista la mermelada.  No doy tiempos de cocción, porque esto depende del tipo de fruta que usen (hay algunas más aguadas que otras) y de las cantidades.  Hay varios trucos para saber si ya cuajó:
    • Primero, si al pasar la cuchara por el fondo de la olla se hace un «caminito», es decir, si ya la fruta está tan espesa que al pasar la cuchara se puede ver el fondo, aunque sea por un segundo, entonces ya está lista.
    • Segundo, meter un platico a la nevera al empezar a cocinar la mermelada.  Después de hacer la prueba del «caminito» y que se pueda ver el fondo de la olla, entonces echar una cucharadita en el plato frío y esperar unos segundos.  Con la punta del dedo, empujar la mermelada.  Si está sólida y se arruga la capa superficial, entonces está lista.
    • Si se les pasa de cocción, no es el fin del mundo.  Queda más dura y gelatinosa, más difícil de esparcir sobre un pan, pero no queda mal de sabor… Si de verdad les queda demasiado gruesa, idealmente deberían poner un poco más de fruta (o puré de fruta), pero un par de cucharadas de agua también sirve, revolviendo y mezclando bien.
  • Sacar del fuego, meter en el frasco esterilizado mientras aún esté caliente.  Cerrar bien y almacenar en un lugar fresco y oscuro.
    • Si quieren una mermelada más suave, sin las semillas, colar rápido, ayudándose con una cuchara de madera.  Esto lo pueden hacer cuando ya esté lista (pero hay que apurarse porque en lo que se enfría, termina de asentarse y se solidifica), o pueden hacerlo a media cocción, una vez que las bayas ya estén suavizadas y deshechas (se pasan por el colador, y el líquido se devuelve a la olla para terminar la cocción).  En la primera foto del post, pueden ver una mermelada de moras con semillas; en la última foto, una también de moras, pero colada.

 

PIE RÁPIDO DE MANZANA Y RUIBARBO

Es una desgracia tropezarse con recetas fáciles de postres. Ojalá fuera horriblemente complicado preparar dulces, pero como no necesariamente es así, aquí comparto la de este pie para no ser la única afligida… La encontré en mi querida allrecipes, y va con los comentarios personales de siempre.  Ya la había publicado hace tiempo, pero aquí va de nuevo con un update y fotos nuevas.

INGREDIENTES

1 masa para pie (23 cm / 9″)
6 manzanas medianas, peladas, sin semillas y picadas en la figura geométrica que prefieran (eso debe dar aproximadamente 6 tazas)
3 ruibarbos (tallos de 30 cm/12”dan aprox. 3 tazas), cortados
1 taza (200 g) azúcar blanca
1/4 taza (30 g) harina
2 cdtas (5 g) canela en polvo

 

  • Precalentar el horno a 440º F / 220º C.
  • Combinar las manzanas y ruibarbo en un recipiente. En otro pequeño, mezclar bien el azúcar, harina y canela, y luego espolvorear sobre la fruta. Mezclar bien hasta que la fruta esté bien cubierta.
  • Estirar la masa con rodillo (si es que compran la congelada) y colocarla sobre el molde para pie ligeramente engrasado (pueden comprar también la masa que ya viene enmoldada, o hacerla casera). Echar la fruta endulzada.
  • Hornear por 40 minutos.

 

 

 

Notas extras:

  • Tipos de manzanas: al gusto del consumidor (o al gusto de los importadores, en el caso de países tropicales). Yo usé 3 granny smith (las clásicas verdes) y 3 gala (las clásicas pintadas) y quedó riquísimo. Ni muy ácido ni muy dulce.
  • El ruibarbo o rubarbo es un tallo que parece un célery/apio españa, pero rojizo. No tiene sustituto. Si no consiguen, supongo que se puede aumentar el número de manzanas (verdes, para que mantenga un poco la acidez de la receta original).
  • Ingredientes opcionales: uvas pasas, arándanos, etc.  Aquí abajo pueden ver otra alternativa para el relleno: 5-6 tallos largos de ruibarbo y una cajita de 200 g de arándanos azules (blueberries).
  • Topping, varias alternativas:

a) El clásico trenzadito, usando un poco más de masa, cortada en tiras y superpuesta en forma de tablero de ajedrez (o algo así).

b) «Crumble«. Como yo soy medio ordinaria y no se me da eso de la repostería fina, opto por la alternativa más rústica. En una licuadora se ponen 3/4 taza harina + 1/3 azúcar morena + 6 cdas mantequilla (fría de nevera). Se le dan toques hasta formar migas gruesas. Se echan sobre el pie y se hornea por 40 minutos, como indica la receta original.

  • Aunque usen una masa comprada, les recomiendo que le espolvoreen un poquito de nuez moscada, ya sea cuando la están estirando con rodillo o una vez enmoldada.
  • En cuanto a las cantidades de relleno, es posible que les sobre un poco de fruta, dependiendo del tamaño de las manzanas. Yo usé 6 manzanas y 3 tallos de ruibarbo (para la receta original), pero leí en algunas reseñas que a mucha gente le pareció excesivo. Hay que recordar que al cocinarse, la fruta se reduce un poco de tamaño.
  • Servir tibio, con helado de mantecado/vainilla.

BAKLAVA

 El recuerdo más antiguo que tengo de este postre árabe/otomano es un carrito de dulces que había (¿hay?) frente a la Clínica Razzetti en La Candelaria. A lo mejor me lo estoy inventando, no sé… La memoria es así de caprichosa. La cosa es que recuerdo que, entre dulces criollos y moscas, siempre que íbamos al pediatra y pasábamos frente al carrito, yo no podía quitarles la vista de encima a esos dulces dorados que rebosaban miel. Creo que nunca llegamos a comprarlos (el riesgo de disentería era demasiado alto…), pero seguramente los comí muchas veces en cualquier restorán árabe.

En todo caso, el recuerdo que motiva esta gastrocrónica vino tiempo después de estas excursiones al centro de Caracas. En 1997 probé los mejores baklavas del mundo en Bursa, en casa de nuestra querida amiga turca Gökçe, sobre quien ya he escrito en las Crónicas Dublinenses. Los papás de Gökçe traían cajas y cajas para las gorditas viajeras (Caro y yo), y los devorábamos sin ningún tipo de vergüenza.

Nunca volví a comer baklavas como estos. Estando en la universidad, teníamos la tradición de hacer una comilona a final del año académico en mi casa. El tema de una de estas comilonas fue Turquía (mi mamá me acababa de regalar mi primer libro de cocina -Turkish Cooking, de Bade Jackson, Apple Press, 1998). Esa fue la primera vez que los hice yo misma. Quedaron mundiales, muy parecidos (jamás iguales) a los de Bursa, pero -tonta yo- usé un mix de recetas y no apunté qué tomé de cada una…

En el 2007, Gökçe se casó en Estambul y una vez más volví a las raíces. En la foto de abajo, pueden ver los baklavas de Hamdi, un restorancito que queda en Eminönü, altamente recomendado para los afortunados que puedan visitar ese maravilloso sitio.

Finalmente, ya volviendo al presente, la receta que encuentran abajo es una mezcla de evocación, Turkish Cooking y reviews tomados de Allrecipes. Se la dedico a mi querida hermana porteña Carola (alias La Bola), compañera de viajes y anti-dietas.

 

INGREDIENTES

Para 30 pedazos

taza (375 ml) agua
1½ taza (300 g) azúcar blanca
1 cucharadita (5 ml) de extracto de vainilla
3/4 taza (180 ml) de miel
1-2 cajas (450 g en total) de pasta filo (no es lo mismo que el hojaldre), descongelada
450 g de nueces picadas finas, pero NO molidas (puede ser un mix: nueces, pistachos, almendras…)
3/4 taza (170 g) de mantequilla (NO margarina), derretida
cucharadita (3 g) de canela en polvo
 
  • Empezar haciendo el sirope: hervir el agua y el azúcar en una olla mediana hasta que el azúcar se derrita por completo. Añadir la miel y la vainilla. Hervir a fuego medio-bajo por unos 20 minutos. Dejar enfriar por completo.
    • Hay gente que hace el sirope con azúcar morena, en lugar de blanca.
    • Hay muchos tipos de miel: de eucalipto, de naranja, mastranto, etc. Cada una tiene un sabor particular. Usen una buena miel para mejorar el sabor del baklava.
    • Con respecto a la vainilla, tengan cuidado. Si es muy fuerte, no le pongan demasiada para que no opaque el sabor de los demás ingredientes.
    • También se le puede agregar al sirope unas gotas de limón, o un pedacito de corteza de limón. Si les gusta ese toque, adelante.
    • Para que el baklava quede crujiente a pesar de toda la cantidad de líquido, hay que echarle el sirope frío a la masa recién sacada del horno, por eso es importante hacer el sirope primero y dejarlo enfriar.
  • Precalentar el horno a 160º C / 325º F. Engrasar el fondo y los lados de un molde de 23×33 cm / 9×13″.
  • Picar las nueces finamente (traten de no dejar trozos demasiado grandes) y esparcir en una bandeja grande (esto es mejor hacerlo en dos tandas). Meter al horno y dejar tostar por unos minutos, hasta que comiencen a dorarse (sin llegar a quemarse). Sacar del horno y mezclar con la canela en un recipiente mediano. Reservar.
    • Con respecto a las nueces, se puede usar un solo tipo o una mezcla. No les recomiendo usar pacanas porque el sabor es demasiado fuerte. En las fotos, lo que ven es una mezcla de nueces (60%), almendras fileteadas (30%) y pistachos (10%).
  • Cuando ya la pasta filo esté completamente descongelada, desenrollarla y cortarla con una tijera (es más fácil que con cuchillo) del tamaño del molde. Cubrir la pasta con un paño húmedo, porque se seca muy rápido y se fractura.
    • La diferencia entre el hojaldre y la pasta filo es que el hojaldre se prepara incorporando mantequilla sólida a medida que se amasa la harina, mientras que la pasta filo lleva muy poca grasa, por eso saben tan distinto y no se puede sustituir una por otra, a pesar de que se ven parecidas.
    • Al comprar la(s) caja(s), fíjense cuántas hojas trae, para calcular cuántas capas van a poder poner. Se necesitan unas 18-20 hojitas, pero recuerden que el tamaño original suele ser más grande que el molde, así que no se asusten si la caja dice «12 hojas».
    • Otra alternativa, en lugar de cortar las hojas del tamaño del molde, es lo que ven en la foto de abajo: poner la hoja completa e ir doblando a medida que se le pone la mantequilla. Si nunca han usado pasta filo y se les rompe, no se preocupen. Este postre no tiene que verse perfecto. De hecho, mientras más pliegues y arrugas tenga, más crujiente va a quedar.
  • Para armar el baklava, poner dos hojas y cubrir con una capa fina de mantequilla usando una brocha de cocina (no es necesario enchumbarlas; de hecho, si les queda muy aguado es por exceso de mantequilla, no por el sirope). Repetir hasta haber puesto 8 hojitas. Enmantequillar esta última capa también.
  • Distribuir un poco de las nueces y cubrir con dos hojas, enmantequillar y poner más nueces. Repetir este paso hasta que se acaben las nueces. Tal vez alcance para hacer unas dos o tres capas.
  • La parte de arriba del baklava debería tener unas 6-8 capas (engrasando cada dos hojas). La última capa también debe estar enmantequillada.
  • Resumiendo, el baklava debe tener unas 8 capas en la base, nueces, 2 hojas, nueces (otras 2 hojas + nueces, si tienen suficientes para una capa extra), y el tope debe tener 6-8 hojas más.
    • La razón por la que es mejor alternar las nueces en varias capas es que si lo ponen tipo sándwich (es decir, capas de filo-nueces-filo, como en la foto de abajo), cuando lo corten y desmolden, es muy probable que se deslice y no mantenga la forma. Otra cosa que no ayuda mucho es picar las nueces muy gruesas…
  • Usando un cuchillo afilado, cortar el baklava en la forma que quieran (diamantes, rectángulos, etc.), pero tratando de no cortar hasta el fondo del molde, de manera que cuando le pongan el sirope, no se vaya completamente hasta el fondo, sino que impregne todo el dulce.
    • La manera más fácil de cortarlo es haciendo dos líneas paralelas a lo largo del molde, y luego cortes diagonales.
  • Hornear por 50 minutos, hasta que el baklava esté dorado y crujiente.
    • En la receta original de Allrecipes, la temperatura sugerida es de 175º C / 350º F, pero en un horno de convección tal vez es demasiado y hace que la capa de arriba se arrebate muy rápido.
    • En la foto de abajo, pueden ver el baklava recién salido del horno.
  • Apenas al sacar el baklava del horno, rociar con la salsa, tratando de distribuirla por todas partes. Dejar enfriar por completo y terminar de cortar los pedacitos.
  • No cubrir para que no se ponga aguado.


HELADO DE CAMBUR / BANANA

Hay que empezar por lo primero… Para los lectores no venezolanos, cambur es banana / guineo / plátano / banano.

Otro helado fusilado de Best-ever book of ice cream, de Joanna Farrow y Sara Lewis, que combina dos de mis sabores favoritos: el cambur y la leche condensada.  ¿Qué más se puede pedir?  La textura es increíble, cremosa y densa, sin llegar a ser pesada.  La receta original ofrece cantidades distintas (e incluye caramelos toffee), así que ésta es mi versión personal.  Como siempre, abajo les doy los dos métodos de preparación (con o sin máquina).

INGREDIENTES
Para 4-6 personas
3-4 cambures / bananas madur@s
Jugo de un limón (verde)
1 lata de leche condensada (375-400 g, o menos)
200 ml de crema de leche (bien fría)
  • En una licuadora o procesador, poner los cambures (pelados, obviamente), el jugo de un limón y la lata de leche condensada.  Licuar bien, hasta que quede una pasta espesa.
    • Si los cambures están bien maduros y son súper dulces, entonces pueden poner menos de una lata de leche condensada (3/4 ó incluso 2/3).
  • Con batidora eléctrica, batir la crema de leche en un recipiente aparte, hasta formar picos duros.
  • Incorporar la pasta de cambur poco a poco, con movimientos envolventes, usando una cuchara o espátula.
  • Dos métodos para terminar el helado:
    • Con máquina: pasar todo al recipiente de la heladera eléctrica y seguir las instrucciones de la máquina.  En el caso de la Cuisinart, son necesarios los 60 minutos completos.
    • Sin máquina: pasar todo a un recipiente que se pueda meter en el congelador y poner en el freezer por una hora.  Pasado este tiempo, sacar y batir vigorosamente (puede ser con un batidor de alambre, con un tenedor, o con la batidora eléctrica).  Esto sirve para romper los cristales de hielo que se van formando, de modo que quede un helado cremoso.  Repetir esto unas 2 ó 3 veces más, cada hora.  Si quieren un helado completamente firme, simplemente dejarlo tranquilo en el freezer hasta servir.

 

  • Este helado es delicioso tal como es, pero si tienen vocación para la diabetes, se le puede poner una cucharada de dulce de leche encima.

 

TORTA DE CALABAZA

En estos días tenía antojo de comer ponqué / torta / tarta.  En mi cabeza me imaginaba la miga esponjosa y húmeda, y se me hacía agua la boca.  Revisando mis libros, di con esta receta de Cook’s Library – Baking (Parragon Publishing).  Tuve suerte porque unas semanas atrás había congelado un poco de pulpa de calabaza que me sobró de una sopa amarilla, así que me salté ese paso por completo.  Aquí les paso entonces la receta de la torta de calabaza (que en Venezuela llamamos auyama), con algunos tips.  En el libro la llaman «pan», más por la forma de alargada tipo loaf que por la textura.
INGREDIENTES
450 g pulpa de calabaza / auyama
½ taza de mantequilla
½-3/4 taza de azúcar extrafina
2 huevos, previamente batidos
1½ taza generosa de harina leudante (ó 1½ taza de harina todo uso + 1½ cucharadita de polvo de hornear)
Una pizca de sal (½ cucharadita, más o menos)
1 cucharadita de guayabita / malagueta / pimienta de Jamaica / allspice
2 cucharadas de semillas de calabaza
  • Para preparar la pulpa de calabaza, precalentar el horno a 200º C / 400º F.  Pelar la calabaza y cortarla en trozos grandes.  Envolver en papel aluminio enmantequillado y hornear por 30-40 minutos.  Dejar enfriar un poco y aplastar con un tenedor hasta obtener una pasta gruesa.  Si sienten que está muy aguada, ponerla en una ollita a fuego medio y secar un poco hasta que esté espesa.  Dejar enfriar por completo antes de usar.
    • Una alternativa es hervir los trozos por unos 15 minutos, escurrir bien, machacar y luego saltear para secar.  Dejar enfriar antes de usar.
    • Como las calabazas suelen tener más de 450 g, les recomiendo cocinarlas completas y congelar lo que no usen.  Luego lo pueden usar para hacer una crema, puré, croquetas, pan, otra torta, etc.
  • Precalentar el horno ahora a 160º C / 325º F y engrasar y molde rectangular para panes de 23x13x7 cm / 9x5x3″ / 900 g / 2 lb (yo uso dos pequeños de 15x9x5 cm / 6×3,5×2″).
  • Con batidora eléctrica, suavizar primero la mantequilla, y luego ir agregando el azúcar poco a poco.  Batir hasta que la mezcla esté esponjosa.
    • La receta original pide 3/4 taza de azúcar, pero a veces la calabaza es súper dulce, así que vale la pena probarla antes y decidir si se puede reducir a media taza.  Si utilizan butternut squash, pueden cortar la cantidad de azúcar sin problema, y la torta queda perfecta.
  • Ir agregando los huevos poco a poco, batiendo todo el tiempo.
  • Echar la pasta de calabaza (enfriada) y mezclar bien.
  • Cernir los ingredientes secos e incorporar sin batir, sino mezclando con una cuchara o espátula.
    • En lugar de guayabita, se podría poner canela o nuez moscada.
  • Por último, mezclar las semillas de calabaza.
    • Supongo que no son indispensables, pero le dan un toque crujiente muy rico a la torta.
  • Verter la mezcla en el molde y hornear por 1¼-1½ minutos (si usan dos moldecitos pequeños, el tiempo de cocción se reduce a unos 50-60 minutos).  Para saber si ya está listo el pan, insertar un palillo en el medio.  Si sale limpio, sacar del horno y dejar enfriar un poco sobre una rejilla antes de desmoldar.  Si sale lleno de masa, dejar por unos 5-10 minutos más e ir probando.
  • Dejar enfriar por completo antes de cortar.  Como es una torta húmeda, si se corta caliente, se desmorona.

TORTA / PASTEL DE CUMPLEAÑOS (PARTY CAKE)

Éste es un clásico de clásicos. Así se hacen las tortas/pasteles en mi casa y -modestia aparte- la gente alucina con ell@s. El nombre en inglés se debe a que la receta es tomada de un libro gringo viejísimo de mi abuela, de la época en que vivían en Denver.

Cuando la monté por primera vez en el blog no tenía todos los datos, pero finalmente di con la fuente y aquí les pongo algunas fotos del libro-reliquia de Yoya.  El libro está en muy buen estado, pero justo la página de la súper codiciada «party cake» ya está bastante maltratada…  Si logran leer la receta original, van a notar que mi transcripción es prácticamente literal, aunque hay diferencia en la temperatura y el tiempo de cocción.  Más abajo les explico la razón.  De resto, se puede decir que ésta es una receta perfecta.  Más de 50 años después de que mi abuela compró el libro, todas las mujeres de mi familia seguimos usándola sin cambiar nada.


INGREDIENTES

3 tazas de harina cernida
4½ cucharaditas de polvo de hornear
1/2 cucharadita de sal
3/4 taza de mantequilla
1½ taza de azúcar
1½ cucharadita de esencia de vainilla
3 huevos separados
1 taza + 2 cucharadas de leche

  • Precalentar el horno a 350° F / 175º C.

  • Medir y cernir la harina, sal y polvo de hornear juntos.
  • En otro recipiente, batir la mantequilla (con batidora eléctrica) hasta que esté suave y cremosa. Agregar el azúcar gradualmente mientras se continúa batiendo. Incluir la vainilla.
  • Batir aparte las amarillas de los huevos hasta que tomen un color amarillo pálido, y agregar.
  • Luego añadir los ingredientes secos, alternando con la leche (y continuar batiendo, por supuesto).
  • En otro recipiente, batir las claras a punto de nieve (asegúrense de que las aspas de la batidora estén perfectamente limpias) y agregar al resto de la masa con movimientos envolventes, usando una espátula (no batir, porque no queda esponjosa la torta).
  • Verter la mezcla en un molde previamente engrasado y enharinado (de 23 cm / 9″ de diámetro) y hornear a 350° F / 175º C por 45-60 minutos, hasta que al insertar un palillo en el centro, salga seco.
    • En la receta original se engrasan dos moldes y se divide la masa; por eso, la temperatura de cocción es de 375º F / 190º C y el tiempo es más corto -sólo 30 minutos.  Como yo uso sólo un molde, prefiero bajar un poco la temperatura para que la torta no se arrebate por arriba.  Y, desde luego, por ser más gruesa, requiere más tiempo en el horno.  En el mío, que es de convección (i.e. con ventilador), suele tardarse 50-55 minutos.
  • Dejar enfriar sobre una rejilla antes de desmoldar.  Y dejar enfriar POR COMPLETO si la van a cortar para rellenar.
  • En esta foto pueden ver que la torta se fracturó un poco por arriba.  Eso puede pasar por dos razones: porque tiene demasiado polvo de hornear; o porque el horno está a una temperatura demasiado alta, con lo cual, la masa crece muy rápido sin dar tiempo a que se haya formado una costra tostada por encima, capaz de soportar la tensión superficial de esa crecida.  Esta vez no fue tan grave, y se pudo disimular bastante bien con el nevado.
  • Para cortar la torta longitudinalmente, hay dos técnicas: con pulso y un buen cuchillo mata-suegra, o con un hilo.
    • Si lo hacen con cuchillo, sólo hay que asegurarse de que el corte sea horizontal y parejo.  A la hora de levantar la «tapa», ayúdense con el mismo cuchillo y con una espátula, de modo que haya dos puntos de soporte y la torta no se fracture.
    • A mí el método del hilo no me convence, pero muchos dicen que es una maravilla: basta con abrazar la torta con un hilo (como arriba, asegurándose de que esté a la misma altura en todo el diámetro) e ir cerrando el nudo hasta que quede dividida en dos.
  • Para el relleno, se puede usar crema pastelera, mermelada, alguna fruta en almíbar, crema inglesa, fudge de chocolate o dulce de leche (mi relleno favorito), con o sin nueces.  Mi único consejo es que no pongan litros de relleno y que sean austeros hacia los bordes para que, al ponerle la tapa, no chorree o baile la parte de arriba de la torta.

Nota sobre el polvo de hornear

  • La regla es que por cada taza de harina, se use cucharadita y media de polvo de hornear, PERO hay que tomar en cuenta que si uno vive cerca del nivel del mar, no hace falta poner tanto leudante. Aquí en Dublín, por ejemplo, me basta con usar tres cucharaditas y la torta crece perfectamente (de hecho, si uso más polvo de hornear, no soporto el sabor metálico que le queda a la torta).
  • Si usan harina leudante, pues obviamente no hace falta agregar polvo de hornear.

* * * * * * * * * *

PARA EL NEVADO / BETÚN DE CHOCOLATE

160 g de chocolate de taza, cortado en trocitos pequeños
Un chorrito de leche
1 lata de leche condensada
Un cuadrito de mantequilla

  • En una olla pequeña, derretir el chocolate con un chorrito de leche a fuego medio, asegurándose de no quemar el chocolate. La leche ayuda a que no se pegue en la olla.
  • Una vez que esté derretido el chocolate, agregar la lata de leche condensada y revolver hasta mezclar por completo. Seguir cociendo a fuego medio hasta que la mezcla espese y se comience a despegar de las paredes de la olla. La textura del nevado depende de la cantidad de tiempo que pase en el fuego: si se deja poco tiempo, queda más aguado y suele desparramarse a la hora de nevar la torta. Por el contrario, si se deja demasiado tiempo y queda espeso, se hace más difícil nevar la torta, pero queda más firme y no se desborda.
  • Retirar del fuego y añadir el cuadrito de mantequilla (esto hace que el nevado quede brillante).
  • Dejar enfriar un poco (no demasiado, para que sea más fácil esparcir sobre la torta). La torta NO puede estar recién sacada del horno a la hora de nevarse, porque al pasar el cuchillo se desmorona, o se derrite el «betún» y se desparrama.
Nevado en flor de mi tía Valen
(no pude llegar a la torta antes de que la cortaran) 

Nota sobre el chocolate

  • El secreto de un buen nevado es usar un buen chocolate. A mí me gusta usar de 60% cacao, pero se puede usar algún chocolate más oscuro, si les gusta el sabor amargo.
  • A los lectores venezolanos, les recomiendo usar El Rey. Usualmente le pongo dos tabletas (de 80 g c/u) de Bucare (58.5%) o Mijao (61%), pero la última vez usé Gran Samán (70%) y gustó mucho.
  • Abajo pueden ver una versión diferente (alegórica a los tiempos que corren jeje): el nevado es hecho con chocolate blanco, con el mismo procedimiento de arriba, pero revolviendo más y con el fuego un poquito más bajo porque se quema más fácilmente que el chocolate oscuro.
    • Para hacer los pentágonos, derretí chocolate oscuro (una tableta de 80 g de 61% y media de 70%) a baño de María, extendí el chocolate derretido en una bandejita (con papel encerado), tratando de que no quedara demasiado delgado (porque si no, al cortarlo se fractura), calculo que de unos 4 mm.  Después de refrigerar por un par de horas, hice una plantilla en cartón con la medida del pentágono y marqué el chocolate usando la punta de un palillo; luego, con un cuchillo afilado, corté los pentágonos (de 8, sólo se me fracturaron dos, pero no fue tan grave).  Hay que asegurarse de que el chocolate esté completamente endurecido, y tratar de no manosearlo mucho para que quede brillante y no se le marquen las huellas digitales.  Todo esto lo hice el día antes de preparar la torta y mantuve los pentágonos refrigerados.  Una vez enfriada la torta, se le pone el nevado blanco y se deja enfriar por completo, para que luego los pentágonos no se derritan.
    • Con los trozos de chocolate oscuro que sobraron, hice las líneas: volví a derretirlo (esta vez en el microondas), metí el líquido en una manga con un pico muy fino e hice las «divisiones».  Si no tienen manga, se puede usar una jeringa (sin aguja, claro está).  El contraste entre el dulce del nevado blanco y los pentágonos de chocolate negro quedó estupendo.

Update 03/2017: La decoración de esta torta fue pre-Le Cordon Bleu. Si mi chef de pastelería hubiera visto este adefesio, me pega en la cabeza con un rodillo…

Enter a caption

GALLETAS DE AVENA

Yo tenía una receta buenísima de galletas de avena (que, por supuesto, no recuerdo de dónde saqué), pero estaba en un laptop que me robaron, así que tuve que comenzar de nuevo la búsqueda.  Di con ésta de Allrecipes.com, que les paso aquí, adaptada y comentada como siempre.  Les pongo las cantidades originales, pero la verdad es que yo siempre hago la mitad.  A los niños les encantan y, a pesar de la cantidad industrial de azúcar que llevan, al menos me queda el consuelo de que están comiendo avena… 

 

INGREDIENTES

Para 46 galletas pequeñas

1 taza (225 g) mantequilla, suavizada
1 taza (200 g) azúcar blanca
1 taza (220 g) azúcar morena
2 huevos
1 cucharadita (5 ml) extracto de vainilla
2 tazas (250 g) harina no leudante
1 cucharadita (5 g) polvo de hornear
1 cucharadita (6 g) sal
1 1/2  cucharaditas (3 g) canela en polvo
3 tazas (245 g) avena (quick cooking oats)
    • En un recipiente grande, batir la mantequilla, azúcar blanca y azúcar morena, hasta que la mezcla esté cremosa.  Agregar y batir los huevos, uno por uno, y luego incluir la vainilla.
      • Sobre el azúcar:
        • La receta original pide una taza de cada tipo de azúcar, pero la verdad es que puede llevar menos, en especial si le ponen pasas o chispas de chocolate).  Tal vez 3/4 y 3/4.
        • Es vital que estas galletas lleven azúcar morena.  Es lo que les da textura y sabor.
        • Como ya saben, hay un trillón de tipos de azúcar morena, más o menos refinadas.  Hay una llamada mascabado o moscabado (en inglés, muscovado o Barbados sugar), que tiene sabor a papelón / piloncillo / chancaca / melaza.  Con este tipo, las galletas quedan tan ricas que suelo reducir la cantidad la canela, para que no le opaque el sabor.
        • También se puede usar azúcar blanca aromatizada (con canela y clavo, por ejemplo).
    • En un recipiente aparte, cernir la harina, polvo de hornear, sal y canela.  Echar la avena y mezclar.  
      • Sobre la harina: en uno de mis experimentos con estas galletas, utilicé weetabix en vez de harina.  Trituré un poco el weetabix, sin llegar a pulverizarlo, y medí taza y media (más media taza de harina).  Las galletas quedaron riquísimas y extra crujientes. 
    • Agregar los ingredientes secos a la mezcla de mantequilla y mezclar bien.  Cubrir y dejar reposar la masa en la nevera al menos una hora.
      • Ingredientes extras: pasas, nueces picaditas, chispas de chocolate, coco rallado.  Incluir junto con los ingredientes secos (y tomar en cuenta a la hora de medir el azúcar). 
    • Precalentar el horno a 190º C / 375º F.  En mi experiencia, no hace falta engrasar las bandejas.

    • Usando dos cucharas, formar bolitas del tamaño de una nuez (para galletas pequeñas) o de una pelota de golf (para galletas más grandes).  Ponerlas en las bandejas con bastante espacio entre ellas porque se expanden.  
      • Si quieren galletas más crujientes, aplastar las bolitas (es más fácil hacerlo con los dedos mojados, o con la parte de atrás de una cuchara).  Si las prefieren más chiclosas, dejarlas así.

      • Hornear por 8-10 minutos (tal vez un par de minutos más si las bolitas son grandes).  En mi horno, es necesario cambiar las bandejas de lugar a mitad de cocción para que las galletas se doren parejo (es decir, paso la bandeja de abajo a la rejilla de arriba, y viceversa).  Ustedes tanteen con sus hornos.   
      • Al sacar del horno, dejar que las galletas se enfríen en las bandejas por unos 5 minutos (así se terminan de cocinar).  Luego dejarlas enfriar por completo en una rejilla.