PURÉ DE BERENJENAS

Éste es, sin duda, un plato que  no muchos se van a animar a hacer.  Pero si el gastrolector es un entusiasta de la berenjena, hagan el intento.  En turco se llama Hünkar Beğendi (el placer del Sultán) y es un híbrido entre bechamel y puré.  Queda delicioso como acompañante, tal vez de unos kebabs de cordero y pistacho o mejor aún de un estofado de carne con ocras y tomate.  Adapté la receta de esta página, y aquí les va con los ajustes y comentarios de siempre.

INGREDIENTES
 
Para 4 personas
3 berenjenas medianas ó 2 grandes
4 cucharadas generosas de harina
4 cucharadas de mantequilla (NO margarina)
2 cucharadas de jugo de limón
1 taza de leche (o crema de leche, o mitad y mitad)
1/2-1 taza de queso rallado (idealmente kashkaval o kasseri, o Gruyère, Cheddar, Comté, incluso parmesano o asiago)
Sal y pimienta negra, al gusto
  • Si tienen cocina de gas, chamuscar la piel de las berenjenas directamente sobre la llama, agarrándolas con una pinza y dándole vueltas hasta que se arrugue y empiece a formar ampollas.
  • Alternativamente, con un tenedor pinchar la berenjena por todas partes y meterla al horno (precalentado) a 175º C / 350º F sobre una bandeja.  Hornear por 30-45 minutos, volteándola una vez a media cocción.
    • El tiempo depende del tamaño de la berenjena.  Para probar, cuando tenga unos 15 minutos en el horno, voltéenla con una pinza y aprovechen para ver si ya se ha suavizado un poco.
  • Al sacar del horno o de la llama, dejar enfriar un poco y pelar.  Si usaron el método de la llama, la piel va a salir muy fácilmente.  Si la hornearon, tal vez sea más fácil cortarla por la mitad (longitudinalmente) y sacar la carne con una cuchara.
  • Echar la pulpa en una ollita con el jugo de limón, y cocinar a fuego medio-bajo por 10-15 minutos hasta que esté muy suave.
  • Mientras tanto, en una sartén aparte, derretir la mantequilla, agregar la harina y hacer un roux (la base para la salsa bechamel).  Dorar unos minutos.  Cuando la mezcla ya esté marrón, echar esta pasta a la berenjena y mezclar bien.
  • Ir agregándole la leche  poco a poco, revolviendo constantemente, hasta conseguir la consistencia deseada.  Pongo una taza de leche como referencia, pero la cantidad se ajusta de acuerdo al gusto personal: si les gusta un puré más suave y aguado, pongan un poco más de leche; por el contrario, si quieren un puré más firme, reduzcan la cantidad.
    • Si les gusta el sabor de la nuez moscada, le pueden agregar una pizca en este punto.  Aunque me encanta en cremas y purés, creo que en este plato no es una especia necesaria.
  • Agregar el queso, también según el gusto personal.  Cocinar por unos minutos más hasta que el queso se derrita.
    • Sobre el queso: idealmente se usan los quesos (populares en los Balcanes) kashkaval o kasseri, unos quesos amarillos de oveja fuertes pero  cremosos.  Si no consiguen, se puede sustituir por algún queso fuerte que derrita bien, como el Gruyère, Cheddar, Comté, o incluso parmesano o asiago, que se parecen en sabor pero no en textura a los dos primeros.
  • Salpimentar al gusto (recordando que el queso ya tiene bastante sal).
  • Servir inmediatamente.

TAROS o YAUTÍAS ("eddoes")

A nosotros, criaturas tropicales que crecimos en el Caribe, no nos intimida un tubérculo peludo. Por eso el día que fui a comprar leche en el mercado y vi un letrerito que decía «Try something different«, no pude resistir la tentación y compré estas cosas espantosas llamadas en inglés «eddoes«. Se llaman ñame en España, aunque no es igual que el ñame caribeño. El nombre científico es Colocasia esculenta, pero tampoco es exactamente igual al taro o yautía, popular en las islas caribeñas. No recuerdo haberlo visto jamás en Venezuela, pero como decía al principio, esto no puede intimidar a quienes han crecido comiendo cosas espantosas como la yuca o el ñame…

En fin, que aquí les va más que una receta, una invitación a que prueben cosas diferentes. Al final, la cocina es una eterna variación sobre el mismo tema. Se pueden usar igual que una papa: fritos, al horno, en sancochos, etc. Como pueden ver abajo, los hice al horno como acompañantes, usando el mismo método que para papas asadas o yuca: primero ligeramente hervidos, luego aliñados y finalmente al horno.

INGREDIENTES
Para 4 personas
3-4 yautías / taros / eddoes grandes
Un chorrito de aceite
1 diente de ajo grande, cortado muy fino
Cilantro seco, un puñado (1 cucharada generosa, aproximadamente)
Curry en polvo, al gusto
Sal gruesa, al gusto
 
  • Pelar bien los eddoes y cortarlos en trozos uniformes (pueden ser rebanadas de 1 cm, o en gajos, como se ve en la foto; lo importante es que sean más o menos del mismo tamaño para que se cocinen parejo).
  • Echarlos en una olla mediana con bastante agua salada, hirviendo, y cocinar por 3 minutos. Quitar del fuego y colar.
    • Este paso es simplemente para comenzar a cocinar los tubérculos. Si los dejan más tiempo, comienzan a deshacerse y no retienen su forma. Si les pasa esto, no se mortifiquen, simplemente dejen cocinar por 3 minutos más y conviértanlos en puré, echándoles un par de cucharadas de mantequilla, un toque de nuez moscada y un chorrito de leche.
  • Precalentar el broil o grill de horno a temperatura alta.
  • Pasar los eddoes con cuidado (para que no se fracturen) a un recipiente grande y aliñar con un chorrito de aceite, el ajo picado, cilantro, curry y sal. Revolver suavemente para que todos se impregnen de las especias.
  • Distribuir en una bandeja y hornear en la mitad del horno por unos 5-7 minutos, hasta que comiencen a ponerse dorados. Sacar del horno, voltear y cocinar por el otro lado otros 5-7 minutos más.
    • Estos tiempos funcionan bien en mi horno de convección, que tiene un broil relativamente suave. Tengan cuidado para que no se les vayan a quemar. La idea es que queden crujientes por fuera, pero tiernos por dentro.
  • Servir inmediatamente.

ALCACHOFAS

Yo quisiera vivir un verano entero en Sicilia para comer kilos y kilos de alcachofa (o alcaucil) hasta aburrirla. No recuerdo la primera vez que la probé. Supongo que fueron corazones enlatados, en algún punto de los 80s antes del Viernes Negro, pero esa es historia antigua.

Sí recuerdo, sin embargo, dos ocasiones particulares: primero, el verano de 1996; y segundo, la primavera sureña de 1998. En 1996 estaba de mochilera en Sicilia con unos amigos, quedándonos en casa de Michele, un compañero del colegio. Su casa, si mal no recuerdo, quedaba en un pueblito perdido en medio de colinas, al mejor estilo de «El Padrino», llamado Montemaggiore Belsito. Por supuesto, su mamá nos preparó alcachofas y otras delicias sicilianas, pero lo que recuerdo de este viaje es que Michele nos llevó a un pueblo vecino famoso por un festival que se hacía anualmente para celebrar la cosecha de alcachofa. La Sagra del Carciofo. El pueblo se llama Cerda, y aún hacen el festival cada 25 de abril. Lo que no me termina de cuadrar es que mi viaje fue en mayo, pero recuerdo puestos y mesas en todo el pueblo, con platos de alcachofas (en todas las presentaciones posibles: al grill, en aceite, como ensalada, al horno, etc.), panes, quesos, vinos… Como de película. Por supuesto, no tengo fotos del evento (en esa época pre-digital de pobreza estudiantil sólo se podía sacar fotos del Coliseo, San Pedro, Pompeya y lugares de ese calibre…).

Mi segundo recuerdo fue en septiembre de 1998 en Buenos Aires, en casa de mi hermana porteña Carola. Su Nonna, otra siciliana de pura cepa, nació en un pueblito llamado Cesarò, al este de la isla. La Nonna hacía magia en la cocina… Y por supuesto, el plato que mejor recuerdo eran unos «alcauciles» con queso. Carola me ha pasado la «receta» unas 200 veces, pero siempre tipo «Boluda, hacés una mezcla de queso fresco con huevo, lo echás por encima, metés al horno los alcauciles y listo». Nunca me he animado a prepararlos…

Pero a lo que voy… La receta que les paso abajo es la manera más sencilla de hacer las alcachofas (sancochadas). Cada vez que es temporada, compro varias y las preparo tipo cena ligera. Normalmente uso «alcachofas globo» (globe artichoke), las gigantes que ven en la foto de arriba, pero se puede usar cualquier tipo. Las acompañamos con varias salsitas, para remojar las hojas.

INGREDIENTES
Para 2 personas
2-4 alcachofas (dependiendo del hambre y del tamaño)
Salsitas (receta más abajo)
  • Para cocinar las alcachofas, cortarles el tallo al ras de la flor. Lavar bien y remover las hojas más oscuras y maltratadas.
  • En una olla grande, suficientemente ancha como para que quepan todas las alcachofas en un mismo nivel, poner bastante agua y echar una buena cantidad de sal.
  • Cuando el agua esté hirviendo, poner con cuidado las alcachofas con la base hacia abajo y cocinar por unos 30-45 minutos. El tiempo varía dependiendo del tamaño de la alcachofa. Las grandes suelen tardar unos 40-45 minutos en estar listas.
    • Para chequear, pueden sacarlas con una pinza y pincharlas por abajo. Si están suaves, sacar y poner a escurrir boca abajo sobre un colador.
    • Para enfriar un poco más rápido, yo las pongo bajo el chorro de agua fría un rato.
  • Se pueden comer tibias, pero yo las prefiero frías (o a temperatura ambiente).
Mientras se enfrían, se pueden ir preparando las salsitas. Cantidades a gusto del consumidor:
Salsa 1
Un buen chorro de aceite de oliva extra virgen
Queso parmesano rallado fino
Pimienta negra recién molida
Salsa 2
Salsa de soya
Jugo de limón (verde)
Un toque de wasabi
Salsa 3
1-2 cucharadas de mantequilla de maní (sin azúcar), suavizada con…
Salsa de soya
1/2 ají / chile rojo picante, picado muy fino
Salsa 4
Queso crema, suavizado con un chorrito de limón (si les gusta el toque ácido) o con un chorrito de leche (para un sabor más neutro)
Una pizca (o dos) de curry en polvo
Una pizca de sal
Cebollín o ciboulette, picado muy fino
  • La idea es poner varias salsas, ir deshojando y remojando la alcachofa cocida.
  • Aclaratoria para los que nunca han comido así las alcachofas: sólo se come la base de la hoja, rasgando la carne con los dientes. El resto de la hoja es duro y se desecha. Cuando hayan acabado con todas las hojas, el corazón tiene muchísima carne, pero el centro, que es peludo, se debe desechar también. Les recomiendo cortarlo en dos con un cuchillo, quitar la parte peluda con una cuchara y comer la carne que queda.
  • Abajo pueden ver la salsa de aceite y queso parmesano, y la de soya, limón y wasabi.

PATATAS A LA BRAVA

No es la foto más artística, pero bueno… No hubo tiempo de tomar otra mejor porque las papitas volaron.  Aitona, el abuelo vasco de Hugo, hacía las mejores patatas a la brava que hemos comido jamás, así que aquí les va un intento por reproducir el sabor de familia.  Las cantidades son al ojo: calculen una papa grande por persona, más o menos.  La cantidad de tomate también varía dependiendo de cuán «mojadas» les gusten las papas.  En la foto pueden ver que les puse bastante salsa, pero a Hugo suelen gustarles un poco más secas.  Sobre el tipo de papas, usen unas que no sean demasiado harinosas, de manera que mantengan bien la forma al freírse (lo que en inglés llaman waxy potatoes).

 

INGREDIENTES
Para 4 personas
Aceite, para freír (mejor si es de oliva)
1-2 ajíes /chiles / guindillas picantes, sec@s
4-6 papas grandes (ó 6-8 medianas), peladas y cortadas en trozos irregulares pequeños
1-2 latas pequeñas de tomate picado (o ver alternativa abajo)
Sal y pimienta al gusto
  • En un caldero o sartén grande, poner a calentar bastante aceite y echarle las guindillas (1 ó 2, dependiendo de cuán fuertes estén).  Cuando el aceite esté bien caliente, echar las papas y una pizca de sal, y freírlas hasta que estén bien doradas por todas partes.
    • Si las guindillas que usan son muy fuertes, o si no quieren las patatas tan bravas, remuévanlas justo antes de echar las papas.  Si no, traten de pescarlas antes de echar el tomate.
    • Yo prefiero usar sal gruesa o marina.
  • Agregar el tomate (puede ser con trocitos, o pueden triturarlo en la licuadora, para una textura más fina).  Salpimentar al gusto y dejar cocer por unos 5 minutos más.
    • Ésta es la versión rápida del asunto.  Como el tomate sólo se cuece por 5 minutos, va a tener un sabor bastante crudo.
    • Si prefieren un sabor más «maduro», pueden hacer la salsa aparte primero: sofreír en aceite de oliva media cebolla cortada en pedacitos pequeños y 2 dientes de ajo majados.   Cuando la cebolla esté suave y transparente, agregar las latas de tomate, una hoja de laurel, sal y pimienta al gusto.  Llevar a un hervor y cocer tapada a fuego bajo por 2 horas, revolviendo ocasionalmente.  Agregar esta salsa sobre las patatas recién cocidas.
  • Servir bien calientes.

ENSALADA DE CALABACÍN Y BERENJENA

Yo nunca había comido el calabacín crudo hasta que Comida libanesa (un librito de esa colección de Anne Wilson que venden en todas partes) cayó en mis manos y vi esta receta.  Es refrescante, perfecta para el verano.  Aun si no son muy amigos de la berenjena y el calabacín, les recomiendo que prueben la ensalada.  Se van a llevar una sorpresa.

En este link hago una aclaratoria sobre el calabacín (calabacita, zapallito, zucchini), en especial para los gastrolectores venezolanos.

INGREDIENTES
Para 6 personas
3 calabacines pequeños
2 berenjenas pequeñas
1/4 taza de cilantro fresco, picadito
3 cucharadas de aceite de oliva extra virgen
2 cucharadas de jugo de naranja
2 cucharadas de jugo de limón
Sal y pimienta negra, al gusto
  • Cortar la berenjena longitudinalmente en dos (si es muy gruesa), y luego rebanar fina.  Poner sobre un colador y echar bastante sal.  Dejar llorar por unos 30-45 minutos.  Esto hace que bote el exceso de líquido y que se le quite el gusto amargo.
  • Mientras tanto, usando un pelapapas o mandolina, «afeitar» el calabacín sacando tiras finas.  Usualmente lo corto por la mitad y luego rebano cada una, para que los pedazos sean de un tamaño cómodo para comer.  No hace falta pelarlos.  Poner en el recipiente de servir.
  • Una vez que llore la berenjena, secar los pedazos con papel absorbente.  Salpicar con un poco de aceite de oliva.
  • Poner una sartén o grill a fuego medio-alto y dorar las berenjenas por ambos lados (2-3 minutos por lado debería ser suficiente).  Dejar enfriar y pasar al recipiente con el calabacín.
    • Otra alternativa es ponerlas sobre una bandeja y dorarlas en el horno precalentado (en broil).  En el libro dice que 3 minutos por lado, pero en mi horno hace falta un poco más para que se doren.
  • Picar el cilantro e incorporar al recipiente.
  • Para hacer la vinagreta, mezclar bien el jugo de naranja y limón con el aceite de oliva, salpimentar al gusto y echar sobre la ensalada antes de servir.
    • Recuerden que la berenjena ya va a estar salada.  Pruébenla antes de echarle sal al resto.

CHUTNEY DE MANGO, TAMARINDO Y CHIPOTLE

He etiquetado este chutney como «Tailandesa», pero la verdad es que es in invento de último minuto para tratar de salvar un mango que ya estaba demasiado maduro para mi gusto.  Lo usé para acompañar salmón así que, como pueden ver, es una receta completamente ecléctica (mango y tamarindo, salmón y chipotle…), pero puede quedar muy bien con camarones, por ejemplo.  Creo que la idea es combinar los tres sabores -ácido, dulce y picante- que caracterizan a la cocina tai.

INGREDIENTES
 
Para 2 tazas
3 chiles chipotles
2-3 cucharadas de pasta de tamarindo
1 cucharada de aceite de coco
2 chalotes / escalonias / shallots grandes, bien picaditos
1 mango grande, bien maduro, pelado y cortado en cuadritos
  • Poner bastante agua hirviendo en un recipiente hondo y echar los 3 chipotles.  Usar una cuchara (o lo que se les ocurra) para mantenerlos sumergidos.  Dejar remojando por 10-15 minutos, hasta que se ablanden.
    • La cantidad de chipotle depende del paladar de cada quien.  Estos que tengo en mi despensa no son demasiado fuertes.  Con tres medianos el chutney salió ligeramente picante.
    • Preferí usar chipotle, en lugar de algún ají / chile fresco, porque me gusta mucho el toque ahumado que le da a las comidas, y porque es un picante bastante sutil que no compite con los demás sabores.
    • Otra opción es tostar primero el chipotle en un sartén seco, hasta que se comience a ampollar la piel.  Luego poner a remojar hasta ablandar como se indica arriba, escurrir, cortar y sacar venas y semillas.  Por último, poner en un mortero y moler hasta que se forme una pasta.  Agregar a las cebollas ya caramelizadas.
  • Mientras tanto, mezclar media taza de agua hirviendo con el tamarindo.  Revolver bien hasta que se deshaga y se forme una pasta espesa.
    • Tal vez haga falta un poquito más de agua, dependiendo del tipo de tamarindo que consigan.  El que compro aquí viene en una panela compacta que corté trozos pequeñitos para que se deshicieran más fácilmente.  Usualmente viene con semillas e impurezas, así que es preferible colarlo, restregando con una cuchara para que no se quede toda la sustancia en el colador.
  • Escurrir los chipotles, remover el tallo, cortar longitudinalmente y quitar venas y semillas. Picar en pedacitos pequeños.
  • En una olla mediana a fuego alto, echar los pedacitos de chipotle y saltear por un par de minutos, revolviendo constantemente para que no se quemen.
  • Bajar el fuego (a medio) y echar el aceite de coco.  Cuando se derrita, agregar los chalotes y saltear, revolviendo constantemente hasta que se pongan transparentes, 2-3 minutos.  Bajar el fuego un poco más (medio-bajo) y dejar cocinando hasta que los chalotes comiencen a caramelizarse (4-5 minutos más).
    • Sobre el aceite de coco: viene como una pasta blanca que se derrite apenas se manipula.  Es bastante aromático y le da un sabor rico y «exótico» a las comidas, pero si no consiguen o no quieren comprar un frasco entero sólo para una receta, pueden usar mantequilla o aceite (NO de oliva).
  • Agregar el mango y la pasta de tamarindo colada.  Revolver bien, y cocinar tapado por unos 15 minutos, revolviendo una o dos veces, hasta que el mango comience a deshacerse.
    • El mango que usé estaba súper maduro y no hizo falta agregarle azúcar al chutney.  El mango le dio el toque dulce, el tamarindo el toque ácido, y el chipotle el toque picante.  Si no está suficientemente dulce para sus gustos, les sugiero que usen azúcar morena.

 

 

PEBRE y CHANCHO EN PIEDRA

Hay tantas variantes de estas salsitas como sazones hay.  Aquí les va una receta inspirada en Grill: Stylish Food to Sizzle, de Linda Tubby, y en un recuerdo lejano de la primera vez que probé el chancho en piedra en Italia, hecho por mi querido profe Manuel Fernández, un verdadero maestro, panadero, cocinero y papá postizo.

En Chile, tanto el pebre como el chancho en piedra se usan para acompañar carnes, como el chimichurri en Argentina o el pico de gallo en México.  La diferencia entre ambas salsas es que el chancho en piedra lleva tomates y el pebre no (así que, técnicamente, lo de la foto es un chancho en piedra).  A pesar de su nombre, no lleva puerco.  Dicen que la etimología viene de «chancar» = moler, triturar, y tiene sentido, porque originalmente los ingredientes se trituran con una piedra.

Revisando aquí y allá, vi que hay varios tipos de pebre: el pebre de cilantro (con cebollín y ají, macerado y de sabor más suave), y el pebre de ají (con ajo, cilantro, vino tinto y cebollín, un poco más fuerte).  Creo que la idea es hacer un adobo gustoso para realzar el sabor de la carne asada / a la parrilla.

En la receta de Linda Tubby se utilizan «cherry peppers» (aquí pueden ver la foto de Wikipedia).  Obviamente no los tenía a mano, pero sí un frasco de pimentones tipo de piquillo en conserva, y eso fue lo que utilicé.  El toque ácido de los pimentones en conserva le da un gusto muy rico.  No sé qué tipo de ají utilizan originalmente en Chile, pero en lo que lo averigüe, hago el update pertinente.

 

INGREDIENTES
 
1½-2 tazas, aproximadamente
1/2 cebolla roja ó 2 palitos de cebollín, picados muy finos
1/2 diente de ajo, machacado
4 cherry peppers en conserva (o los que consigan), picaditos
1 ají / chile rojo picante mediano, sin venas ni semillas, picadito
1 pimentón rojo pequeño, sin semillas ni piel, picado fino
2 cucharaditas de vinagre de frambuesa (o de vino tinto)
2 cucharadas de aceite de oliva extra virgen
4 tomates, pelados y sin semillas, picados en cuadritos pequeños
3 cucharadas de cilantro fresco, picadito (o más, si son fanáticos)
Sal y pimienta al gusto
  • Poner todos los ingredientes en un mortero, menos el tomate y el cilantro, y machacar hasta que estén pastosos.  La consistencia es a gusto personal, por supuesto.
    • Si lo quieren más picante, agreguen otro ají, pero siempre desvenado y sin semillas.
    • Cuidado con el ajo.  Les sugiero empezar por poner apenas 1/4 de diente y probar, de manera que el sabor no vaya a matar al resto de los ingredientes.
    • Lynda Tubby usa vinagre de frambuesa (receta aquí), que es aromático y dulzón, pero pueden usar vinagre de vino tinto sin ningún problema.
    • En lugar de usar un mortero, también se podría poner en una licuadora o procesador y darle toques, aunque el mortero siempre es mejor porque le saca los jugos a cada ingrediente en lugar de cortarlos.
  • Pasar al recipiente de servir e incluir el tomate (si van a transformar el pebre en chancho en piedra) y el cilantro, probar y rectificar la sazón.
  • Si se deja en la nevera por un par de horas, mucho mejor, para que se incorporen bien los sabores.

RISOTTO DE PORCINI Y TOMATE SECO

A pesar de que mi mamá prepara un risotto mundial, yo no aprendí la «técnica» de ella, sino de mis amigos italianos del colegio, quienes intentaban  escapar a toda costa de la comida de cafetín que insultaba tres veces al día sus raíces culinarias.  Al igual que todos los platos que llevan arroz como tema central, no hay una receta infalible con medidas y cantidades precisas.  Preparar jambalayas, paellas y risotti es un ejercicio de ensayo y error.  Con esto en mente, les copio entonces mi receta, con varios tips de Carluccio’s Complete Italian Food, de Antonio y Priscilla Carluccio (Index Books, 2006), Flavours of Tuscany, de Maxine Clark (Ryland, Peters & Small, 2009) y Risottos, pilafs y paellas (Murdoch Books / H. Kliczkowski, 2003).

Hay que usar ingredientes buenos, empezando por el tipo de arroz, y tener preparada una buena cantidad de caldo.  Carluccio dice que no se puede usar cualquier tipo de arroz; tiene que ser de grano corto para risotto (arborio, carnaroli o vialone nano), que no es igual que el de la paella o del sushi.  Estas variedades de grano tienen una consistencia particular al cocinarse: quedan tiernos por fuera pero al dente por dentro.  La característica cremosa del risotto se da por la cocción lenta, añadiendo caldo poco a poco, de manera que el arroz bote todo su almidón natural.

INGREDIENTES
 
Para 4-6 personas
150 g hongos porcini frescos (ó 25 g secos +3 hongos planos grandes frescos, cortados en láminas)
50 g tomate seco
4 cucharadas de mantequilla, dos para sofreír la cebolla y dos para el final
1/2 cebolla grande, picadita
1 diente de ajo, machacado
200 g de arroz para risotto (arborio, carnaroli o vialone nano)
2 litros de caldo (de vegetales, pollo o porcini, o agua)
250 ml (1 taza) vino blanco (opcional)
30 g (aproximadamente 1/3 taza) queso parmesano rallado
Mejorana seca, al gusto
Sal y pimienta negra, al gusto
  • Si no consiguen porcini frescos, sino secos, ponerlos en un recipiente hondo junto con los tomates secos y cubrirlos con agua bien caliente (a punto de hervir).  Dejar remojando por unos 10-15 minutos, hasta que se ablanden.  Escurrir bien (pero reservar el líquido) y cortar en pedacitos.
  • Para preparar el caldo, se puede utilizar la misma agua donde se remojaron  los hongos y los tomates.  En el mercado italiano de Dublín venden cubitos sabor a porcini.  Un éxito si llegan a conseguirlos.  Si no, aquí está la receta para el caldo de pollo.  Mantener el caldo a un hervor suave para que, al ir incorporándolo al arroz, la temperatura de cocción no varíe.
  • En una olla amplia y con cierta profundidad, derretir dos cucharadas de mantequilla a fuego medio.  Saltear la cebolla y el ajo hasta que se suavicen y se marchiten.  Agregar los hongos (remojados y/o frescos) y los tomates.  Echar el arroz y saltear por un minuto más, revolviendo bien.
    • NO lavar el arroz antes para que conserve todo su almidón y el risotto quede cremoso.
  • Si van a utilizar vino blanco, Carluccio sugiere que se ponga primero y se deje absorber casi por completo antes de agregar el resto del caldo, que se va añadiendo cucharón por cucharón (tipo media taza) a medida que se va absorbiendo.  No dejar secar el arroz.
    • El arroz debería estar blando en unos 15-20 minutos, pero no dejar cocinar por completo porque el calor residual sigue cocinándolo después de removerlo del fuego.
    • Si el caldo está bien gustoso, no hace falta echarle más sal, pero prueben y rectifiquen la sazón.  Recuerden también que el parmesano puede estar un poco salado.
    • En mi opinión, es mejor que el risotto quede bien «caldoso», porque al enfriarse termina de absorber el líquido.
  • Cuando esté casi listo, agregar el parmesano rallado, las otras dos cucharadas de mantequilla, la pimienta y la pizca de mejorana, revolviendo bien para que se mezclen con el arroz.
  • Servir  inmediatamente.

ENSALADA DE PALLARES / HABAS

A mí me encantan las ensaladas que tienen granos, así que cuando vi esta receta en mi querido libro  El arte de la cocina peruana, de Tony Custer, no pude dejar de probarla.

El tipo de grano que se usa en Perú es el pallar (también conocida como garrofón, judía de Lima, haba de Lima o poroto pallar; Lima bean o butter bean, en inglés), pero si no lo consiguen, no queda mal con habas (broad bean o fava bean, en inglés).  Modifico algunas cosas de la receta original, como siempre, y elimino el col o repollo blanco que pide.  Creo que ya los pallares y el rábanos son una combinación feroz como para encima echarle más leña al fuego… jeje.  De cualquier manera, es una ensalada muy refrescante  y gustosa.

INGREDIENTES
 
Para 4-6 personas
500 g pallares o habas (mejor si están frescos)
1 cebolla roja, picada por la mitad y en tiras finas
Jugo de 2 limones
2-3 cucharadas de pasta de ají amarillo
Aceite de oliva extra virgen (2-4 cucharadas)
8-10 rábanos medianos, cortados en rodajas finas
1 cucharada vinagre de vino tinto
1 cucharadita de orégano
2-3 tomates, cortados en rodajitas
Sal fina y sal marina (gruesa), al gusto
  • Si usan pallares secos, dejarlos en remojo toda la noche (o más).  Escurrir bien.  Cocinar en una olla mediana con bastante agua salada (a fuego alto, o medio-alto) durante 45-60 minutos, hasta que queden al dente (sin llegar a deshacerse).  Si usan frescos, según Custer bastan 25 minutos a fuego medio para que estén listos.
  • Colar y poner bajo el chorro de agua fría por un minuto.  Una vez que estén fríos, armarse de paciencia y pelarlos.
    • Esto parece una locura, pero créanme: ¡hace la diferencia!  La textura es mucho más rica y no caen pesados.
  • Mientras se cocinan los pallares, poner a suavizar la cebolla roja en agua fría con bastante sal fina por unos 10-15 minutos, para que el sabor amaine un poco.  Escurrir y luego dejar macerar en jugo de limón, pasta de ají amarillo y dos cucharadas de aceite de oliva durante otros 15-20 minutos.
    • La cantidad de pasta de ají amarillo depende del gusto.  Si les gusta el toque picante, pónganle un poquito más.
    • La receta de la pasta de ají amarillo está explicada en el post del ceviche, el ají de gallina y la causa limeña.
  • Aparte, dejar macerando los rábanos en rodajas con el vinagre de vino tinto, el orégano y un poco de sal marina.
  • Cuando ya los pallares estén listos, pelados y fríos, acomodar todos los ingredientes (rodajas de tomate, pallares, rábanos y cebollas, con líquido y todo) en un plato grande, rociar con un chorrito extra de aceite de oliva y algunos granos de sal marina, y servir.

HUMMUS DE REMOLACHA

La idea puede no resultar muy atractiva, pero este hummus es sorpresivamente rico.  Y ya que estamos en la onda árabe/mediterránea, pues aquí les copio esta receta inspirada en la de River Cottage Handbook No. 3 – Bread, de Daniel Stevens, un librito del que hablaré pronto, cuando monte la mejor receta de pan casero que he encontrado hasta ahora…  Modifiqué un poco las cantidades de la receta original; ustedes pueden hacer lo mismo, ajustando los sabores y la textura al gusto personal.
INGREDIENTES
 
Para 1 taza, aproximadamente
1/2 cucharadita de semillas de comino
150 g remolachas / betabeles / betarragas cocid@s
1/2-1 diente de ajo, machacado
1-2 cucharada de tahini (pasta de semillas de sésamo / ajonjolí)
Jugo de 1 limón
1-2 rebanadas de pan viejo (sin concha/bordes, opcional)
Sal y pimienta negra, al gusto
  • Tostar las semillas de comino en una sartén sin aceite, hasta que empiecen a botar el aroma y a saltar, cuidando de no quemar.  Moler bien en un mortero.  Alternativamente, usar 1/4 de cucharadita de comino en polvo (o más, si les gusta el sabor).
  • Si no consiguen las remolachas ya cocidas, basta con ponerlas (con piel) en una olla con bastante agua salada y dejar hervir hasta que se sientan suaves (pero firmes) al pincharlas con un tenedor (el tiempo de cocción depende del tamaño de las remolachas, por eso es buena idea comprarlas del mismo tamaño).  Escurrir, dejar enfriar y pelar (la piel sale fácilmente).
  • Una vez cocidas y peladas, cortarlas en varios trozos y meterlas en una licuadora o procesador, junto con el ajo, el tahini y el jugo de limón.  Licuar bien hasta que se forme una pasta.  Como la remolacha es más aguada que los garbanzos del hummus tradicional, el pan viejo se usa para darle una consistencia más espesa.  Ir incluyendo pedazos de pan poco a poco, licuando y probando hasta conseguir la consistencia que más les guste. Pero si quieren hacer una versión gluten-free, pueden omitir el pan y, en todo caso, escurrir la remolacha en una muselina, para quitarle un poco de agua.
  • Probar, salpimentar al gusto y rectificar la sazón (más ajo, más comino, más limón).
  • Servir con pitas aliñadas: cortar un paquete de pitas en triangulitos, echar en un recipiente grande y aliñar con aceite de oliva, sal, páprika, orégano seco, ajo y comino en polvo, revolver bien y distribuir en una bandeja, tostar en el horno a 175º C/ 350º F hasta que comiencen a dorarse.

 

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Esta es la versión Halloween del hummus 🙂